Premio de Narración Síndic de Greuges 2011


La historia hecha cuento. 

-Comenzó un 14 de julio con el asalto del castillo maldito. Las armas y el odio que emanaba aquel fuego no tardaron en extenderse por todos los caballeros que luchaban para liberar a su pueblo de la tiranía del dragón residente en el castillo. Durante siglos este dragón de procedencia divina se impuso ante los habitantes de aquel lugar y los sometió a vivir bajo el miedo y la pobreza.

-¿Qué pasó al final? ¿Alguien consiguió matar al dragón? ¿Fue el rey Arturo?

-No hijo, esa es otra historia. En este caso, como en un pueblo llamado Fuente Ovejuna, las personas oprimidas por la maldad del odiado dragón unieron sus fuerzas para poner fin a su poder y a sus seguidores.

-¿Quién quiso ayudar al dragón? ¿No era un ser despreciable?

-Sí hijo, tienes razón, pero debes saber que ante el poder y el temor que provocaba su presencia, hubo gente que no tuvo la valentía de enfrentarse a él o por interés propio permaneció a su lado.

-¿Qué pasó entonces?

-Entonces, a base de esfuerzo, coraje y el derramamiento de mucha sangre, los caballeros unidos consiguieron acabar con el dragón. Sin embargo, la batalla todavía no había terminado. Estos caballeros continuaron luchando por sus derechos hasta que en ese mismo año, 1789, se escribió la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano. Las mujeres siguieron batallando durante mucho tiempo hasta conseguir los mismos derechos. De este modo, se acordó que ningún otro dragón ni persona humana sería superior a otro en derechos, pues todos somos iguales, libres y debemos ayudarnos como hermanos.

-Que cuento más interesante papá, mañana cuando vaya al cole se lo contaré a mis compañeros.

-Me alegro que te haya gustado, pero ahora tienes que dormir, mañana es tu primer día de cole. Buenas noches Rubén.

Al día siguiente, Rubén llegó muy contento al internado, estaba deseoso de relatar el cuento de su padre a sus amigos, aunque, por otro lado, le ponía triste separarse de él y no volverlo a ver hasta dentro de unos meses. De esta manera, en la primera clase del curso, el nuevo profesor dijo a los alumnos que se presentarán uno a uno y que expresaran sus gustos y aficiones. La mayoría de los compañeros se conocían de años anteriores, pero también había nuevos alumnos. Rubén dijo que le gustaban mucho los cuentos y aprovechó la ocasión para narrar la historia del malvado dragón. Cuando terminó el relato, los oyentes aplaudieron y mostraron su agrado hacia el cuento. El profesor comentó que esa historia estaba basada en la Revolución Francesa, una de las revoluciones escritas en mayúscula más importantes en la historia de la humanidad y que dentro de unos años la entenderían mejor.

Cuando terminaron las clases Rubén decidió dar un paseo por las nuevas instalaciones del centro cuando vió a Juan y Luis, dos compañeros de clase, empujando y amenazando a Guillermo, uno de los nuevos alumnos que había entrado al colegio gracias a una beca:

-¿Tú que haces aquí? ¡Fuera! No puedes estar en este lugar.-ordenó Luis.

-Pero si este sitio es de todos.- contestó temeroso Guillermo.

-¡Hemos dicho que te largues! No mereces estar en el mismo lugar que nosotros, escoria.- dijo con desprecio Juan.

-¿Por qué no puedo quedarme y leer en este lugar?- dijo Guillermo intentando mostrar su derecho de permanecer allí igual que ellos, aunque con voz temblorosa.

-¿Aparte de pobre eres tonto? Nosotros llevamos aquí más tiempo que tú, y si no te vas por tu propia persona, nosotros te echaremos de aquí por la fuerza.- dijo con agresividad Luis.

-Ya... ya me marcho...- contestó Guillermo mientras rápidamente recogía sus cosas.

Rubén presenció la escena entre sus compañeros y se quedó petrificado, no conocía esa faceta de Juan y Luis, le habían decepcionado mucho. No obstante, lo que más le decepcionó fue él mismo, la cobardía consiguió reinar sobre la valentía en el momento del enfrentamiento y no tuvo las suficientes agallas de intervenir en el conflicto para ayudar a Guillermo. Por ello, se marchó cabizbajo hacia su dormitorio pensando en lo sucedido, no quería pasear más. Cuando se disponía a entrar en su habitación paró de caminar y se dijo “Ellos son el dragón”. En ese instante le invadió una sensación de valentía y de miedo a la vez. No podía permitir que continuara el abuso de aquellos niños de 10 años. Recordó el cuento de su padre, no podía hacerlo solo, necesitaba la ayuda de otros estudiantes.

Esa misma noche, Rubén habló con sus compañeros de cuarto sobre Juan y Luis y lo sucedido con el nuevo alumno. Ellos le dijeron que durante ese verano estos chicos habían estado molestando a otros alumnos del internado más pequeños que ellos, por ser de otro país, de otro color de piel o de una cuenta bancaria más baja que la suya. Finalmente, entre todos acordaron hablar con los niños que habían sufrido los abusos de Juan y Luis y reunirlos a todos para enfrentarse a ellos y cesar estos maltratos.

Al día siguiente, Rubén comentó con Guillermo lo sucedido el día anterior y le dijo que no estaba solo, que había más personas que como él, habían sufrido la tiranía de Juan y de Luis. Guillermo comprendió que no tenía que aguantar más humillaciones y abusos y se unió a los demás chicos que defendían los mismos ideales. Así pues, como años atrás, los caballeros se alzaron contra el dragón, en este caso contra dos dragones, y terminaron con su tiranía aunque de un modo más pacífico, en lugar de cortarles la cabeza utilizaron el diálogo y la mediación con ayuda de los profesores. De esta manera, los alumnos finalmente afirmaron que todos nacemos con la misma libertad e igualdad y tenemos que ayudarnos los unos a los otros buscando las similitudes en lugar de las diferencias para fomentar la unión y no la división.





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