Explosión de conciencia.
Hay un momento en la vida de toda
persona en la que necesita reventar, explotar, desintegrase por un momento para,
como un fénix, renacer de entre sus cenizas. Ese momento es el que yo estoy
viviendo mientras escribo estas palabras. No siento las manos, casi ni puedo
escribir, la cabeza me da vueltas y no soportaría que alguien estuviera a menos
de 100 metros a mi alrededor.
No obstante, no puedo parar de
escribir en esta vieja y desdentada Underwood que encontré en el trastero de mi
casa y que era calificada como “cacharro
inservible” por los miembros de mi familia. Para mí lo viejo no es algo que no
tenga utilidad. Muy al contrario, me gusta más y le encuentro más encanto, sólo
hay que observar al quinientista David de Miguel Ángel, aunque por suerte para
él, por su piel de mármol nunca pasan los años.
Hoy he tenido uno de esos días
intensos, sin pausas para pensar, una cosa tras otra sin interrupción para tomar
aliento y parar a procesar las acciones. También he tenido una grata sensación
de felicidad tras haber terminado un trabajo bien hecho que ha sido toda una
odisea realizarlo: horas de ensueño sin dormir, nervios, calambres en las manos
de tanto escribir...
Y ya está. Ya se ha acabado.
Tanto esfuerzo y ahora qué.
He estado reflexionando un rato.
En realidad tan solo he estado relajando la mano que empezaba a adquirir un
tono entre rosáceo y violeta que sólo me gusta como queda en los cuadros de la
etapa rosa de Picasso. Ahora queda lo más importante. La despedida.
Esta despedida no será triste, si
alegre. No será melancólica, ni nostálgica. No. Para eso ya están los
románticos. Esta despedida será grandiosa, digna de recordar. Sin soledad, con
compañía. Estos reyes del azul volarán
todos juntos sin importarles cuán torpes puedan parecer sus alas al aterrizar y al caminar terminado el viaje.
Muy bien. Ya he vuelto a renacer.
Aunque quizá debería mirarme lo de la mano. No importa, puede más mi espíritu
que mi cuerpo. Por eso, ahora toca satisfacer un poco a mi intelecto con una breve
lectura que haga que el renacimiento se complete. Buenas noches. Mañana será
otro día de más trabajo y esfuerzo. Aunque uno de los últimos de este capítulo
de mi vida. Mañana se escribirá otra historia.
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