EL ENCARGO DE UN JUEGO

                Estaba en el momento y el lugar inadecuados. Maldigo el instante en el que decidí salir de casa. El día estaba pálido, el viento empezaba a mostrar su enfado y a amenazar con una impetuosa tormenta, pero no me importó, ya había hecho el encargo y si no cumplía el acuerdo perdería el dinero.

            Llevaba varios meses esperando la llegada de ese día. El 25 de febrero lanzaban al mercado un nuevo videojuego  cuya trama consiste en que un detective debe capturar a una banda organizada de asesinos que quieren sembrar el terror y dominar el país. Mi padre había prometido que me acompañaría pero, como de costumbre, estaba trabajando y no cumplió su promesa. Siempre alegaba que su cargo tenía mucha responsabilidad y que de él dependían las vidas de muchas personas. Yo creía que tenía el puesto de repartidor un poco sobrevalorado.

            No me enfadé con él ni me lo tomé como algo personal, pues en el fondo sabía que actuaría de esa forma. Lo que ignoraba era que el juego se convertiría en realidad y que no sabría qué bando sería el bueno. Aquella noche mientras el ocaso se escondía en el horizonte, perdí la inocencia al descubrir que mi padre había matado a un ser humano.

            No cabía duda de ello. Tras comprar el juego y salir de la tienda, unas ridículas gotas de lluvia empezaron a humedecer mi chaqueta y la superficie de mi piel. “Debí haber cogido un paraguas por si acaso, mamá me lo hubiera recordado” pensé en aquel momento y me entristecí al recordarla. Poco a poco, las gotas se multiplicaron y en apenas unos minutos, estaba completamente empapado. Me refugié en una cabina de teléfono cercana pues me daba vergüenza entrar en cualquier sitio con todo el cuerpo calado.

            Cuando me di la vuelta para observar si había alguna parada de taxis próxima, vislumbré al que parecía ser mi padre hablando con una mujer cuyo conjunto de noche no cubría sus atributos femeninos lo suficiente teniendo en cuenta el tiempo atmosférico. Creía que mi padre tenía alguna novia porque muchas veces llegaba de madrugada a casa pero no nunca se me pasó por la cabeza ese tipo de relación.

            Vi cómo la agarraba con fuerza en contra de su voluntad, vi cómo le cogía los cabellos y le susurraba al oído, o quizá gritaba, no podía distinguirlo. La mujer intentó escapar, sacó el móvil pero de un manotazo se le resbaló de las manos y cayó a un charco. Pegó a mi padre con desesperación y con lo que supuse que eran lágrimas en los ojos camufladas por gotas de lluvia. Mi padre la cogió por la cintura y ambos penetraron en la penumbra del callejón. El móvil me lo había dejado en casa y no tenía dinero para llamar a la policía desde la cabina. Aún así no sabía si hacerlo, quizá no era tan grave, conocía a mi padre y él nunca ha sido un hombre violento conmigo, no podría denunciarle... pero era él quien estaba maltratando a esa pobre mujer... Sumido en mis pensamientos, vi cómo mi padre salía sin compañía de aquella profunda oscuridad y con las manos ensangrentadas.           

            Corrí más rápido que la luz y empujado por el viento hasta casa. Me duché y recogí lo que había mojado al entrar para que pareciese que no había salido. Necesitaba tiempo para pensar. A lo mejor había confundido a mi padre con otro hombre y todo esto es un gran malentendido.

            -Hola hijo, ¿qué tal la tarde?- preguntó mi padre al entrar en casa un par de horas después de que yo llegara.

            -Bien, me he quedado en casa estudiando y viendo la tele - contesté intentando mostrar indiferencia.

            -¿No era hoy lo del juego? – consultó con fingida curiosidad.

            -¿Lo del encargo? Sí, pero ya iré mañana, hoy era peligroso salir a la calle. Espero que el dueño no lo haya vendido.

            -Tienes razón, pero recuerda que cuando te comprometes con algo, tienes que cumplirlo, cueste lo que cueste. Si ha vendido el juego, llámame que yo le pondré en el lugar que le corresponde... - afirmó sonriendo como si hubiese dado un consejo provechoso para la vida. Seguidamente, puso las noticias en la televisión:

            “Hallan muerta a una prostituta de 33 años en un calle estrecha del centro de Madrid tras la tormenta. Presenta moratones y el forense afirma que fue violada antes de ser asesinada. Con esta mujer, ya son 26 las mujeres que han muerto este año por malos tratos o violaciones...”

            No sabía las razones por las que mi padre había matado a esa mujer, si por dinero, por venganza o por asuntos amorosos... ¿Y si mamá nunca desapareció y mi padre la mató? Sé que mi padre cree que las mujeres son inferiores que los hombres y que no merecen tener los mismos derechos, pero nunca he pensado que eso fuera importante. Ahora mismo me siento solo, no sé qué hacer, a quién acudir, la única persona en la que confiaba plenamente era mi padre y ahora no sé quién es realmente esa extraña persona con la que vivo y con la que comparto apellidos y sangre.


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